Geología - Orografía:
Chanos y valleas en el piedemonte de los sierros de La Cepeda
Mapa de relieve de nuestra tierra (IGN) |
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Mapa físico de nuestra tierra (IGN) |
Altitudes en metros sobre el nivel del mar: plaza del pueblo 980, La Puente 975, La Corneta 1040, El Orbayo 1010, Las Molderas 1047, La Torre 1015, La Meregilda 1045, La Chana 1042, El Chano de Valdebela 1036, El Masto 1028.
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El caserío de Ferreras de Cepeda se asienta sobre el rellano de una ladera orientada hacia el Este, en la confluencia de cuatro valles y sus arroyos o regueras (Valdelaquintana, Valcabado, Valeo y Valdeján).
Su asentamiento no parecería, de primeras, la mejor opción; pero, analizando la realidad cotidiana, sí resulta acertado por la abundancia de fuentes para regar las huertas, por la menor incidencia de las heladas y por lo sano del suelo que en otros emplazamientos se vería afectado de numerosos chaguazales. En los abesedos prospera mejor la vegetación (frutales, roble, castaño...); mientras que en las solanas casi sólo sobrevive el monte bajo, con algún bosquete de encina.
El caserío ocupa una superficie aproximada de 12 hectáreas. Lo componen 130 viviendas y otras tantas cuadras o almacenes. Son sus viales principales: Calle San Juan o carretera de Palazuelo a San Feliz, Camino de Astorga, Camino de Sueros y Calle Alta o “Pesquisa”. Tenemos que mencionar en este apartado que a un kilómetro hacia el Noroeste de la localidad de Ferreras se asienta el caserío de Morriondo de Cepeda, otra pedanía del mismo municipio, con identidad institucional disociada en la actualidad, pero que integró históricamente junto con Ferreras una única entidad de hecho y de derecho, como si fueran dos barrios de la misma localidad. Como reminiscencia de aquella asociación, se mantiene agregado el conjunto de terrazgo de utilidad pública de ambas localidades.
Ferreras y Morriondo, desde La Corneta |
El terrazgo de Ferreras y Morriondo ocupa unas 2.000 hectáreas, alrededor de ambos caseríos, sobre un mosaico de páramos esteparios y pequeños valles, poblados mayoritariamente de monte bajo, a base de brezales, jarales y retamares, que son probablemente resultado de la degradación del bosque primigenio de robledales y encinares. El conjunto forma parte del piedemonte de la sierra que delimita el Norte de la comarca de La Cepeda Alta. En este entorno integra un conjunto de rañas, con todos sus elementos característicos.
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Los Sierros de La Cepeda. Estas sierras que, por no tener nombre propio utilizado mayoritariamente, identificaremos como Sierros de La Cepeda son parte de Los Montes de León, en la Cordillera Cantábrica. Forman un arco al Oeste y Norte de La Cepeda, haciendo de divisoria de las cuencas fluviales de los ríos Boeza por el Oeste, Omaña por el Norte y Órbigo por el Este y Sur. El cordal norte de estos sierros, que tiene dirección Oeste-Este, tampoco tiene un nombre propio institucionalizado y ha venido siendo identificado en algunos mapas como Sierro de Pozo Fierro o Sierro de La Matona.
Las cumbres sobresalientes de los Sierros de La Cepeda, vistas desde los chanos de Ferreras, son:
- Por el Oeste, de Sur a Norte: Veiga (1.473 m), Tabueca (1.234 m), Manzarnoso (1.336 m), Andaneiro (1.230 m), El Lastrón (1.134 m) y La Vidulina (1.329 m);
- Por el Norte, de Oeste a Este: San Bartolo (1.321 m), Cueto Oliva (1.431 m), Las Cáscaras (1.417 m), Los Aricos (1.426 m), El Castillón (1.522 m), Pozo Fierro (1.525 m), La Matona (1.503 m), Peñas Rubias (1.494 m), El Escandal (1.453 m), Teso Ozoso (1.418 m), El Tesón (1.332 m), Teso Pedregal (1.333 m), Matacima (1.361 m) y El Cueto de La Hoja (1.285 m).
Entre todas ellas, es El Pozo Fierro la cota más elevada.
Las Rañas de La Cepeda. Nos permitimos usar esta denominación tan solo a efectos de identificación, a pesar de que no es correcto atribuir su dominio geopolítico exclusivamente a la comarca de La Cepeda, puesto que sus formaciones se extienden a partes del territorio de otras comarcas vecinas.
Nos referimos a un territorio uniforme, ocupado por páramos esteparios y pequeños valles, limitado por Los Sierros de La Cepeda al Oeste y Norte, y por los valles del Omaña y Órbigo al Este y Sur, ocupando una superficie aproximada de unas 50.000 hectáreas.
La parte que incluye todo el terrazgo de Ferreras y Morriondo y zonas limítrofes de otras localidades del entorno (Riofrío, Sueros, La Veguellina, Castro, Villarmeriel, San Feliz, Escuredo, Las Omañas y Villaviciosa) forma una de las orografías más características de las rañas, por sus cuetos, chanos, tesos, valles y valleas, tan hechos a la medida de esta configuración de terrenos arrañados.
Las denominamos rañas porque creemos que presentan el perfil característico de este tipo de territorio, con los siguientes componentes:
- “Cuetos o cerros” alomados por la erosión, con algunas “peñas” de cuarcitas o pizarras que persisten en las cimas.
- “Cuestas” de escasa pendiente desde los cuetos hasta el piedemonte, donde empiezan las "chanas o chanos". Pobladas de mo0nte bajo.
- “Chanas o chanos” extensos, ocupando todos los interfluvios, largos en la dirección de las arroyadas (norte-sur), pero estrechos a lo ancho (este-oeste). Son muy aptos para cultivos de reales y pastizales de secano.
- "Cuestas o Laderas” con poco desnivel desde los chanos hasta los valles, rotas aquí y allá por “valleas”, “barreros” y “pedreros” resultantes de la acción de las aguas pluviales y de los deshielos. Pobladas de matas de robles y encinas.
- "Tesos" que forman remates convexos entre las valleas que bajan transversales desde los chanos a los valles principales.
- Valles principales, anchos y aplanados en el fondo, salpicados de afloramientos de aguas subterráneas de poco caudal y profundidad que forman humedales permanentes ("llamas", "llamargos", "chamazos" o "chamazales"). En estado natural están poblados de brezales, jarales y retamares y pastizales. Una vez roturados son muy aptos para cultivos de hortalizas y cereales.
- "Valleas, vallinas o vallines" transversales, conectando los chanos con los valles, construidos por las avenidas pluviales, pero con cauces habitualmente secos.
Las cotas de altitud en sus chanadas o interfluvios varían desde un máximo de 1.140 m al norte, en Los Calderones, La Peña o La Braña, hasta un mínimo de 1.000 m en Valdecolmenas, Los Tesos, El Tesón o el Chano de La Palombina, lo cual resulta, sobre una distancia Norte-Sur de unos 8.500 metros, en un desnivel medio del 1,6%. Su anchura Este-Oeste, aunque no sobrepasa en ningún interfluvio los 2 Km, alcanza en su conjunto una media de 10 Km. Las cotas de menor altitud de nuestros valles rondan los 950 m.
Chanos del piedemonte del Sierro de Pozo Fierro, desde La Corneta (Ferreras). |
Accidentes orográficos: Esta configuración del territorio y las consecuencias geológicas y climáticas que se derivan de la misma han marcado profundamente nuestras vidas en lo relativo a recursos naturales, habla y cultura. Por eso conviene ahora que enumeremos los accidentes orográficos típicos de las rañas y prestemos atención a los nombres comunes y propios que nosotros les damos, ya que son la auténtica identidad de nuestro terruño y el aspecto más notable de su paisaje:
♦ Llamamos sierro a las sierras o cordales de menor entidad, que lo son todas las de La Cepeda. Así las diferenciamos de las más importantes que enmarcan nuestro horizonte, como la Cordillera Cantábrica y la Sierra del Teleno. Entre estos sierros podemos asociar a las rañas de Ferreras y Morriondo El Sierro del Pozo Fierro o Sierro de La Matona, porque sus cimas vierten aguas hacia nuestro territorio y representan su límite y punto más elevado por el Norte.
♦ Peñas o peñascos. Son formaciones de cuarcitas, más exactamente cuarzoarenitas pues están compuestas de más arenisca y sílice que de cuarzo, que coronan las cumbres. Son muy duras y de distintos colores. Una vez que se han fracturado en trozos pequeños se redondean con la erosión y se transforman en cantos rodados, gravas y arenas. Son de origen sedimentario y fueron formadas por la compactación de limos y arenas bajo la superficie de las aguas marinas, antes de que los plegamientos hercinianos elevaron el Macizo Ibérico. Sobresalen del terreno porque resisten muy bien la erosión de los meteoros (lluvias, hielos y vientos). Una vez descompuestas, forman un terreno árido, poco fértil. También se dan estos afloramientos en las cotas más elevadas de las laderas. Con la denominación de La Peña tenemos un paraje en el Valle del Escandal y las cimas Peñas Rubias y Teso Pedregal.
♦ Pizarras. Otras rocas que integran el territorio son las pizarras, también de origen sedimentario submarino, compuestas de arcillas y lodos compactados. Las pizarras son menos duras y menos resistentes a la erosión, por lo que solamente persisten en las crestas serranas, bajo la cubierta superficial.
Los
Chanos de Ferreras, donde todo es cumbre. Al fondo, Los Montes de León (Sierra
del Teleno). Adivina adivinanza: ¿Por qué los chanos son llanos? |
♦ Llamamos chano, chana o chanada a los páramos que ocupan los interfluvios, entre los valles y valleas. Están compuestos de varios tipos de material: los detritos generados por la erosión de las rocas: arenas, gravas y cantos rodados de las cuarcitas; y arcillas generadas por la descomposición de las pizarras. En nuestro entorno ocupan la mayor parte del terreno y contamos con una buena cosecha de nombres propios al uso: La Chana, El Chanico, Chano de Valdebela, Chano de Las Encinas, Chanolera, Chano de Fueyagrande, Chano de las Monjas, Chana de Vallín de Lera, Los Chanos de Vallín del Hayo, Chana del Paramiello, Chana de La Palombina, Chanos de Valdecadillas, etc.
♦ Llamamos vallea, valleya, vallina, valleo o vallín a los pequeños valles formados transversalmente en los chanos y laderas por la erosión de las arroyadas. También tenemos una buena carga de estos nombres propios: Vallín de los Huelmos, Vallín del Hayo, Vallín de las Sebes, La Vallina, La Valleona, La Vallea Escobera, La Vallea Honda, La Vallea Ladrona, La Vallea Llobera, La Vallea Masera, La Vallea Pedrera, La Vallea del Rivancón, El Valleo Falso, El Valleo Espeso...
♦ Llamamos generalmente teso o tesón, y sólo a veces cerro o cerra, a la loma redondeada que remata la parte final de un chano entre dos valleas. De esta configuración tenemos: Los Tesos, que es un paraje lleno de lomas y valleas, desde El Barrero hasta Riofrío, que resulta el arquetipo de esta orografía. Además: El teso La Roja, El Teso La Torre, El Teso L’ Orbayo, El Tesón de San Feliz, El Tesón, Teso Las Encinas, Teso Ventana, La Cerra, El Cerraco, etc. Tenemos tesos con un nombre propio tan preponderante que anuló el nombre común, como La Corneta, La Torre, La Barrera y El Masto. Pero el nombre propio más excepcional es Morriondo, cuya semántica pensamos que tiene mucho que ver con “monte pequeño y redondo”.
♦ Llamamos forcada al conjunto formado por un teso entre dos valleas que confluyen a un valle mayor: Las Forcadas de Valdecadillas, Las Forcadas de Valdeján, Las Forcadas del Paramiello.
♦ Llamamos ladera, cuesta o recuesto a las pendientes entre los chanos y valleas: La Cuesta La Torre, El Recuesto, Cuesta del Chamazal.
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Barreros en La Corneta (JASA). Adivina adivinanzas: ¿Quién vive en esa vivera?, ¿por qué ese barro es de color ferruñoso? |
♦ Llamamos barreros, barreras, barrancos, rivancos, arcavueches, carcavueches o molderas a las cárcavas sobre sedimentos de barro (arcillas) o grijo (gravas) formadas por las arroyadas en las laderas deforestadas. Sus colores rojizos se deben al óxido de hierro. Y de éstos tenemos: Los Barreros de La Corneta, Las Barreras del Cementerio, Los Barreros del Camino de Sueros, El Barrero del Camino de Escuredo, La Barrera de Morriondo, Los Barrerones de La Carrezal, El Rivancón, El Arcavueche de Valdeján, El Arcavueche de Frimiulas, etc. Contamos aquí con una excepción notable: El Barrero no es ninguna cárcava, aunque sí tiene mucho barro de la mejor clase para hacer adobes. Mención aparte merecen dos parajes renombrados por sus antecedentes relacionados con explotaciones auríferas: La Corona (en terreno de La Vegellina) y Las Médulas (en terreno de Las Omañas y Villaviciosa), en los márgenes occidental y oriental de estas rañas.
♦ Llamamos pedregal o pedrero a las acumulaciones de cantos en tal abundancia que cubren completamente el suelo. Son frecuentes en las laderas a media altura. En nuestra tierra suelen ser cantos redondeados, lo que denota procesos de arrastre en fricción, algo difícil de entender dada su proximidad a las cotas altas de las laderas. Nos preguntamos cuál es su origen y conjeturamos que fueron moldeados y arrastrados en periodos glaciales. Los tenemos en todas las laderas. Dan nombre a algunos parajes: Teso Pedregal, Las Piedras, Vallea Pedrera...
Vallevar, Valleovar, El Vallón. |
♦ A los valles les llamamos valle, valleo, val- o val de-. También tenemos una buena carga de estos nombres propios: El Vallón, Vallevar o Valle Ovar, Valmadrigal, Valdecolmenas, Valcabado, Valdeboisán, Valdemediano, Valdeluengo, El Valleo Falso, El Valleo Espeso y el nombre más propio de todos ellos “Valdeján”.
♦ Llamamos Vago, Vaguada, Vadogada o Vegua, a los terrenos llanos, fértiles y libres de arboleda, en la ladera o el fondo de un valle. El Vago de Ferreras es el solar de asentamiento del caserío y tenemos La Vegua en el Vallón y vaguadas en todos los valles más importantes.
♦ Llamamos campaza o souto a las zonas bajas pobladas de árboles y en ambos casos el nombre común se transforma en nombre propio de varios parajes de esas características.
♦ A las praderías de diente, frecuentes en los fondos de los valles, les llamamos Praderas, Cervalizas, Carrezal o Ajuncares, según la especie de planta predominante y todas esas denominaciones corresponden a nombres propios a la vez que comunes. Hay muchos nombres propios en la zona que aluden reiteradamente a una gramínea, la escanda, muy aprovechada en la antigüedad, como cereal: El Escandal, Matalascanda.
♦ A las zonas ocupadas por arbustos y monte bajo las denominamos muy frecuentemente con el nombre de la especie predominante. Así tenemos La Piorna, Las Gándaras, Las Urzonas, El Flechal y Los Felechos, Los Fueyos…
El Llamargón de Vallevar. Adivina adivinanza: ¿Qué hierbas proliferan en los llamargos? |
♦ Tenemos muchos humedales o remanaderos en laderas y valleas en los que apenas brotan manantiales pero sí afloran escorrentías subterráneas que mantienen praderas húmedas o encharcadas y turberas seculares que resultan de las filtraciones de aguas acumuladas en los chanos durante las invernías. A estas zonas las llamamos llamargo, llama, chamazo, chamazal o chaguazal. Lo son: Los Llamargos de Vallevar, El Llamargón Queimao, Las Llamas, La Llamona, El Chamazal, etc. De este tipo tenemos un paraje con nombre propio diferenciado, El Candanero, cuya semántica tiene mucho que ver con los abundantes limos y posos de óxido de hierro, al que llamamos “nartín”, que saturan las aguas que lo inundan.